Capítulo 24
La Ciudad o Pueblo Oriental
MURALLAS
La diferencia entre ciudades y villas en lo referente a las murallas. En tiempos antiquísimos del Antiguo Testamento las villas eran lugares de morada sin murallas en su derredor, mientras que las ciudades y pueblos eran lugares más grandes, y estaban amurallados. La ley mosaica hacía tal distinción: "Y el varón que vendiere una casa de morada en ciudad cercada” (Lev. 25:29). "Más las casas de las aldeas que no tienen muro alrededor" (Lev. 25.31). Las villas a menudo se localizaban cerca de una ciudad amurallada o fortificada de la cual más o menos dependían. Así la ciudad era la metrópoli de las villas. Con frecuencia leemos en la Biblia de "ciudades y sus villas", y algunas veces una traducción literal nos daría una expresión de "ciudades y sus hijas", indicando una ciudad madre”; sus villas dependientes de ella que la rodean (cf. Josué 15:45 y 17:11).
Las murallas, parte de las fortificaciones de la ciudad. En los tiempos bíblicos la mayoría de las ciudades estaban amuralladas y fortificadas para protección contra el enemigo. Los que vivían ciudad sin murallas se interesaban en que se construyeran a su alrededor. A menudo, cuando la Biblia dice que cierta persona construyó una ciudad, lo que se quiere decir no es que se haya localizado un nuevo sitio y una nueva ciudad se haya construido en él, bien, que a la ciudad ya habitada, se le construyeron muros derredor de ella. Fue así como Salomón construyó a “Beth-orón la de arriba y Beth-orón la de abajo, ciudades fortificadas, de muros puertas, y barras” (2 Cron. 8:5).
Características de las puertas. Las puertas de una ciudad oriental estaban, por supuesto, conectadas con las murallas; no obstante, eran en un sentido una estructura independiente. Eran por lo general eran construidas de madera o de piedra, o de madera armada con metal. El salmista habla de puertas de bronce (cobre), y puertas de hierro (Sal. 107:16). Regularmente eran de dos hojas (Isa. 45:1) Y estaban provistas de pesadas cerraduras y barras de hierro (1 Sam. 23:7). Algunas ciudades o pueblos tenían dos muros y por consiguiente dos puertas con un espacio entre ellas. Se ponía un centinela en la torre de la primera puerta. Cuando David estaba en Mahanaim esperando el resultado de la batalla con Absalón, dice la Escritura estaba David a la sazón sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado de sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo” (2 Sam. 18:24). El espacio entre las dos puertas, servía para muchas cosas.
La puerta como lugar de cita. Las puertas de las antiguas ciudades amuralladas y el espacio abierto entre ellas eran lugares populares de reunión para el pueblo. Parecían amplios vestíbulos que podían albergar grandes multitudes de gente. Estando abovedadas, eran lugares frescos para reunirse en un dÌa caluroso.
Variedad de usos para las puertas. las entradas de las puertas” se describe en Proverbios como "los principales lugares de reunión” (Prov. 1:21). Las puertas de la ciudad se usaban como lugar público de reunión para pronunciar discursos o lanzar alguna proclama. En relación con el rey Ezequías se dijo: "Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, e hízolos reunir así en la plaza de la puerta de la ciudad, y hablóles al corazón de ellos” (2 Crón. 32:6). David habla de la murmuración de sus perseguidores acerca de él en las puertas de la ciudad (Sal. 69:12). Mardoqueo se sentaba a la puerta del rey para atraer la atención del soberano (Esther 2:21). Los profetas a menudo predicaban sus sermones a las puertas de la ciudad. El Señor dijo así a Jeremías: "Ve, y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá·, y todas las puertas de Jerusalén" (Jer. 17:19).
Las puertas de la ciudad lugar de reunión de la corte. Uno los más importantes usos de las puertas de una ciudad antigua para reunirse la corte. Había asientos de piedra para los jueces. Lot se sentaba a la puerta como un juez (Gén. 19:1). Las puertas de la ciudad de aquellos días eran como nuestros modernos edificios para el tribunal de justicia. Fue allí donde Booz fue a redimir la herencia de Elimelec, recibiendo así a Ruth como su esposa (Ruth 4:1). El profeta Amós predicó a Israel "poned juicio en la puerta” (Amós 5:15). La ley mosaica reconocía las puertas de la ciudad como lugares de justicia: "Jueces y alcaldes te pondrás en todas tus ciudades (puertas) que Jehová· tu Dios te dar· en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo en justo juicio” (Deut. 16:18). Así es que uno de los lugares más importantes en las ciudades antiguas eran las puertas de la ciudad.
Referencia simbólica a las puertas de la ciudad. La Biblia a menudo se refiere a las puertas de la ciudad de una manera simbólica. Algunas veces se usan las puertas para representar la ciudad entera como cuando el Señor dijo a Abraham: "y tu simiente poseer· las puertas de sus enemigos (Gén. 22:17). El salmista, sin duda pensaba en las puertas del templo cuando decía: "Abridme las puertas de la justicia” (Sal. 118:19). Es costumbre que las puertas de la ciudad se cierran al ponerse el sol, y Juan alude a esto en forma de contraste en su descripción de la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:25).
TORRES
Las ciudades orientales han tenido dos tipos de torres. Primero. Estaba la torre construida como parte de la muralla de la ciudad en este punto, la torre se construía más alta y servía como un fortín aproximación del enemigo podía observarse desde allí, y las armas arrojaban sus proyectiles sobre los hombres que atentaban tornar la ciudad. Casi cada puerta de importancia tenía sobre ella una torre. A menudo se construían las torres en los lugares donde los muros hacían esquina. A Estas se les llamaba "torres de esquina". El rey Uzías usó tales torres: "hubo en Jerusalén máquinas por industria de ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes"; de la margen de la Versión Revisada Americana: "torres de esquina para arrojar saetas y grandes piedras" (2 Crón. 26.15). Segundo, se construía aparte del muro una ciudadela o fortín y en un terreno más alto que el resto de la ciudad, el cual servía para defenderla. La torre de Sichem a que se refiere la historia de Abimelec era sin duda de esta clase de torre (Jue. 9:46).
LAS CALLES
Las palabras usadas en la Biblia hebrea para calles, indicaba que había de ellas tres variedades. La calle usual era larga, angosta y sinuosa (Josué 2:19, etc.). Las calles cerca de las puertas de la ciudad y aquellas frente a edificios públicos o donde la una cruza con la otra, eran anchas plazas (Neh. 8:1). Una tercera clase de calle era aquella que es semejante a nuestras callejuelas (Prov. 7:8). Por regla general las calles en Oriente en la actualidad son angostas, y todo indica que también fueron angostas en los tiempos antiguos. En las ciudades, algunas se encuentran pavimentadas (generalmente de piedras), pero en las villas raramente se pavimentan. David dijo: "Esparcirlos como lodo de las calles" (Sal. 18:42). Isaías también se refiere al "lodo de las calles" (Isa. 10:6). Las calles de la ciudad usualmente pavimentadas, en los días bíblicos incluían aquellas construidas en conexión con el templo o a algún edificio público. El oriental aprecia grandemente la descripción del cielo, "Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio transparente (Apoc. 21:21).
EL MERCADO
El mercado no es sólo un lugar para la compra de mercancías, sino también un lugar para que el pueblo se reina para muy diversas cosas. Es uno de los lugares más populares en una ciudad oriental. (Véase Capítulo XXII, la sección de "Comerciantes", especialmente (El lugar del comerciante en los negocios.)
El mercado como lugar de reunión social. Las transacciones comerciales son por lo regular precedidas de una visita social con el cliente. A la gente importante tanto como a la común, les gusta ir allí para encontrarse con sus amigos y saludarlos en verdadera costumbre oriental lo que siempre lleva mucho tiempo. Jesús dijo a sus discípulos: "Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas" (Marc. 12:38). En los mercados tienen lugar discusiones de varias clases. El apóstol Pablo aprovechó tales oportunidades cuando estuvo en Atenas. "Disputaba. . . con los judíos y religiosos y en la plaza cada dÌa con los que le ocurrían (Hech. 17:17). El mercado era un lugar ideal para predicar el Evangelio.
Portero del mercado pesadamente cargado. En muchas ciudades orientales no se permite la entrada de carruajes o carretas por las puertas de la ciudad llevando sus cargas al mercado. Estas cargas son llevadas por los porteros, quienes son por regla general escogidos de las clases más pobres. Qué espectáculo es verlos con sus grandes cargas sobre las espaldas! Algunas veces dos de estos porteros se detienen espalda con espalda con sus cargas unidas y de esa manera descansan sus cuerpos por un tiempecito antes de proseguir su camino.
Jesús condenó a los doctores de la ley de su tiempo (abogados con las palabras que sin duda se referían. en parte a su trato con estos porteros. "ha de vosotros también, doctores de la ley que cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar; más vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas (Luc. 11:46). Quiz· el apóstol Pablo pensaba en estos porteros cuando dijo a los Gálatas: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo" (Gál. 6:2). Jesús debe haber pensado en los pobres porteros especialmente cuando iban tan cargados, cuando les hizo tan graciosa invitación: "Venid a mi todos los que estéis trabajados y cargados, que yo os haré descansar” (Mat. 11:28).
Los niños en el mercado. En Oriente a los niños les encanta ir al mercado, donde tantas cosas importantes suceden. Ellos observan con mucha atención lo que allí acontece. Pueden hacer travesuras, y por supuesto que ellos también juegan. Jesús usó a un grupo de tales niños como una ilustración en uno de sus sermones. Cuando algunos insinuaron "jugar a matrimonio" y después "jugar al funeral" el resto de ellos ignoraron tales insinuaciones. Jesús dijo: "Más ¿a quién comparar esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, y dicen: Os tañimos flauta y no bailasteis; os endechamos y no lamentasteis (Mat. 11:16, 17).
Trabajadores en el mercado. En las ciudades orientales los hombres que desean empleo, se juntan en grupos en el mercado, esperando que alguien los alquile. Fue aquí donde el hombre de la parábola de Jesús encontró trabajadores para su viña. "Y saliendo cerca de la hora de las tres, vio a éstos que estaban en la plaza ociosos; y les dijo: id también vosotros a mi viña" (Mat. 20.3, 4). Estos hombres no fueron a buscar trabajo como se hace en Occidente, más bien esperaron en el mercado para que alguien viniera y los alquilase,
Gobernadores en el mercado. En ciertas ocasiones algunos miembros del ayuntamiento de la ciudad se les encuentran allí, y escuchan las causas de los que se encuentran en dificultades. Por supuesto que lo que allí se hace no es oficial porque el tribunal de justicia está· en las puertas de la ciudad, o como diríamos nosotros, el palacio municipal. Pablo y Silas fueron llevados delante de los magistrados en Filipo; “Prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, al magistrado” (Hech. 16:19).
En las ciudades orientales hay por lo general muchos limosneros. En tiempos del Antiguo Testamento, la idea de que un limosnero fuera de puerta en puerta pidiendo caridad era muy poco común entre los judíos. La ley de Moisés proveía para los necesitados pidiendo que los judíos a propósito dejaran algo de su cosecha para los pobres. También las propiedades hipotecadas se devolvían al propietario original en el año de Jubileo. De cualquier manera, los limosneros no eran del todo desconocidos, porque Ana habla de ellos en su canto de acción de gracias (1 Sam. 2:8) El salmista dice que la mendicidad es la parte de los malvados (Sal. 109:10). Y también que el justo no ser· desamparado (Sal. 37:25).
En tiempos del Nuevo Testamento los mendigos por lo general eran ciegos, mutilados y enfermos. El ciego Bartimeo estaba sentado junto al camino, mendigando (Marc. 10:46). El hombre impotente. “Era traído al cual ponían cada dÌa a la puerta del templo que se llama la hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban al templo” (Hech. 3:2). El mendigo Lázaro que estaba enfermo, fue colocado a la puerta de un rico (Luc. 16:19, 20).
Así los mendigos pedían limosnas de aquellos que pasaban por los caminos. Actualmente en Oriente un pobre enfermo es puesto algunas veces en alguna barraca al lado de la puerta de algún rico y vive de las dádivas de aquellos que pasan cerca de él.